miércoles, 18 de mayo de 2011

Una visita inesperada

Siempre has sido un rebelde, no te gustaba estudiar pero el no hacerlo suponía un conflicto que en aquel entonces no podías permitirte. Así comenzaste a desarrollar tu particular protesta contra el sistema. Acudías a clase pero en el momento de mayor interés, te girabas, apoyabas tu espalda contra la pared y fingías dormir. Te pasas el día cazando moscas, solían repetirte. Mirabas con desdén y retornabas a tu posición inicial. Jamás dudaste que existía un cierto complot, no te extrañaba que tus padres confabulasen con esos tiranos que tenías como profesores. Incluso antes de terminar tus estudios ya sentías debilidad en tus extremidades, si es cierto que era algo intermitente pero afectaba a todas ellas. En realidad no te importaba demasiado, necesitabas por aquel entonces de toda tu energía para disfrutar de todo aquello que un adolescente puede ansiar. Te divertías, desfasabas,vivías el presente.

Cierto día, tu hermana, que desde unos pocos años atrás vivía ya independiente, acudió a visitaros de manera imprevista porque, os dijo, tenía que comunicaros una mala noticia. A raíz de un problema de salud, le diagnosticaron una rara enfermedad degenerativa de carácter hereditario por lo que todos debisteis someteros a unas pruebas. Por un instante tuviste la sensación que tu corazón se había detenido al escuchar la noticia. Sin duda yo no tengo ese problema, te repetíste aquella tarde hasta la saciedad. El tiempo de espera hasta recoger resultados fue terrible, ¿hay algo peor que vivir en la duda? Todo se transformaba, hasta el más mínimo hormigueo parecía un síntoma letal. Estabas aterrado y quizás por ello no pestañeaste cuando, tras un sinfín de circunloquios, se atrevieron a comunicarte el resultado positivo de las pruebas. No había nada que añadir, nada que preguntar... sólo querías correr, escapar de aquel lugar, de aquella ciudad, de aquel país, del mundo. Tu inexorable destino te encontró, por supuesto.

Has perdido la cuenta de los años transcurridos desde entonces, no sabes si sumar años o restartelos. Te queda la palabra. Eres un superviviente, en el fondo siempre lo has sido.

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