jueves, 26 de mayo de 2011

"Miel (Bal)", de Semih Kaplanoglu



¿Puede ser una palabra innecesaria cuando habla una mirada, cuando la imagen en sí misma es poesía…? Los bosques de Anatolia son mágicos, entre sus árboles los duendes esparcieron el color de las flores y de ellas recolectan las abejas para crear la ambrosía que da nombre a la película y es el sustento de Yusuf y su padre. La presencia de éste inunda la pantalla, no se prodiga pero tampoco es necesario. No precisa mover los labios para hablar ni de palabras para comunicarse. Yusuf es digno vástago de este hombre, hace honor a su genética mas no siempre el mundo comprende su lenguaje; padre e hijo se constituyen en un microcosmos donde no hay lugar para más habitantes, ni siquiera la mirada materna, en todo momento dulce y cercana, consigue escudriñar el universo del hijo. Yusuf encuentra en su padre comprensión, cariño, fuerza, complicidad y luz, por eso cuando él no está, su mundo se torna en sombra…

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