El
roce del aire en los pétalos de las amapolas me devuelve a la realidad. Ensimismado en la bella postal de un antiguo faro cuya linterna guió nuestro rumbo, no acierto a calzarme. La improvisada
almohada de hierba presta el impulso que necesito y alcanzo el camino que con apasionado brío inicié . Un delicioso ramillete de sutiles deseos acompaña mi regreso. Tan
frágil que precisa cuidados, tan sólido que nada quiebra su raíz.
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