jueves, 7 de abril de 2011

Háztelo mirar

Con una cadencia que nada tiene que ver con el frenético ritmo al que breves instantes después nos someteréis, el bajista surge de la oscuridad en que se sumerge el teatro cuando la función va a comenzar y con premeditada parsimonia retira la funda que cubre el instrumento, toma asiento, coloca con mesura sus manos sobre el bajo y comienza a arrancar las primeras notas mientras una tenue luz permite adivinar una silueta sobre el escenario dispuesto a modo de gigantesca pantalla de televisión.

Sobre el estudiado plató establecéis una antagónica relación de personajes que no solo alcanza a aquellos que consideramos principales; para uno de ellos la consecución económica es la finalidad, para el otro es el medio. Una vez más nos lleváis con vosotros, os acompañamos en la fascinante travesía que nos lleva a reencontrarnos con aquella parte de nosotros que es aún capaz de ilusionarse con lo cotidiano, de emocionarse con un amanecer. Como antes decía, en este viaje iniciático se ven involucrados también los otros personajes… Delfina acaba, como nosotros, marionetas de vuestros diálogos, rendida ante la evidencia del maravilloso descubrimiento y desea para sí esa misma gracia.

Pero, ¿dónde y cómo concluye esta aventura? Sin duda esta es una cuestión que cada uno debe descubrir por sí mismo… No os la perdáis.

4 comentarios:

  1. Manuel, sabes encontrar una hermosura extra a las cosas bonitas. Enhorabuena.

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  2. No es difícil hallarla cuando quien la genera posee verbo de plata y corazón de oro...

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  3. Manu, eres todo generosidad. Gracias. Con un corazón que toquemos, deberíamos estar satisfechos. Tu has tocado los nuestros así que, enhorabuena.

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  4. Es un cuestión de emoción... y sólo es posible transmitirla cuando uno pone toda el alma en lo que hace, todo el corazón en lo que cree... yo tengo la suerte de ser testigo de ello

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