viernes, 14 de enero de 2011

Lo mejor sucede cuando te sientas

Lo mejor sucede cuando te sientas, cierras los ojos con la intención de dar forma a lo que ronda tu mente y, de una manera imperceptible, al aproximar tus manos al teclado, éstas comienzan a escribir un texto completamente diferente al que pensabas escribir, es triste pero resulta de una riqueza extraordinaria porque el resultado refleja mejor tus sentimientos. De la misma manera que las blancas luces de neón del escenario luchan por parir luz, vuestra presencia inunda la oscura estancia y de inmediato nos sentimos inmersos en vuestra particular relación teatral. Uno va repartiendo afectos y deseos según nos guiais caprichosamente ambos, es indiferente sentir compasión por ella ya que es capaz de revertir ese sentimiento en unos minutos y unas pocas frases; no sirve reprobar su criminal actitud para con ella sin que en unos breves instantes nos haga sentir todo un mar de ternura por el ser que hay bajo la bestia.

Resulta inevitable, caes rendido ante la fuerza impregnada al personaje, te dejas arrastrar hasta ese sótano para ser cómplice y partícipe de lo que allí sucede. No importa ya que, si pudieras, tu misma mano lo haría… ayudarías a liberar su alma y eres capaz de justificar la acción.

Lo mejor sucede cuando te sientas, abres bien los ojos, pones toda tu atención y, como estaba previsto, entras en el juego de forma ineludible, sutil y sin oponer resistencia porque una palabra sigue a otra, se encadenan…

No hay comentarios:

Publicar un comentario