domingo, 4 de septiembre de 2011

El sentido de su verbo

Como movido por un resorte, se desveló súbitamente en un momento indeterminado de la madrugada aún con ese prurito tan propio del despertar, más si este es brusco. Se incorporó en la cama y, sin un porqué, se dirigió al ventanal. Apenas si comenzaba a dibujarse el nuevo día, sus ojos todavía enturbiados por el repentino hallazgo, ya intuían el azul del mar frente a ellos. Al este, la linterna del faro mantenía su inexorable marcha ajena a las primeras luces del alba; al norte, la bruma comenzaba a desaparecer; al oeste, las luces del pueblo, ya muy debilitadas, agonizaban; al sur, el sentido de su verbo.

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