Una premonición invisible quiebra sin piedad el sueño. Nada existe entre los infinitos límites de esta oscuridad. No más cábalas, no más insomnios a deshoras, me digo. A mi lado, las palabras que condujeron al sueño. Alzo el ser con una retahíla ininteligible sólo detenida por el esfuerzo de vencer esa astenia que impide al día iniciar su andadura. Sin pretensión, amanece la
rutina.
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