Sólo ella conseguía mantener la sonrisa bajo el agua, no en vano practicó natación sincronizada en su juventud.
El aspecto ferruginoso de aquel río tampoco restaba un ápice de luminosidad a ese gesto suyo tan característico.
Al agotarse la última luz vespertina, su expresión resistía a pesar del rigor mortis. Es una pena que no haya farolas en la ribera.
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